Jesús y África

«Los amigos son la familia que uno elige»: la historia de Jesús y África en Cortes

Amor, empatía, incondicionalidad, desinterés, honestidad… son algunas de las palabras que mejor acompañan a una historia de amistad verdadera como la que tienen Jesús y África.

África, de 13 años, es una de las hijas de Andrea, trabajadora de la residencia. Un día llegó a buscar a su madre cuando acababa el turno. Era una mañana complicada, por lo que a África le tocó sentarse a esperar a que su madre finalizara su trabajo… sin saber que esa espera merecería tanto la pena: iba a conocer a uno de sus grandes amigos, Jesús.

Jesús vive en la residencia desde hace menos de un año y es un gran aficionado al fútbol. Incluso cuando era joven, llegó a ayudar en el campo de fútbol de su pueblo, Cortes. Cuando vio que aquella adolescente vestía un chándal con el escudo bordado de su pueblo no pudo más que pararse a hablar con ella. Y así, como si nada, le preguntó acerca de esa afición compartida, el fútbol, y charlaron largo y tendido hasta que Andrea terminó el turno.

Desde aquel día, Jesús y África se han hecho inseparables. Ella siempre viene a la residencia después de los entrenamientos y los partidos a ver a Jesús y contarle las novedades y cómo va la cosa. Jesús, cuando puede, sale a verla jugar los partidos «en casa» de los sábados y, de paso, a tomarse unos pinchos.

Jesús no tiene nietos ni nietas por lo que siempre comenta que ve a África de una manera especial. La considera parte de su familia porque como él dice “los amigos son la familia que uno elige”.

Se preocupan mutuamente el uno por el otro y ambos se emocionan cuando cuentan su historia por la conexión tan fuerte que sintieron desde el primer momento.

La amistad verdadera no tiene límites cuando se trata de una relación forjada con cariño, atención, cuidado y mimo.

“Una de las cualidades más bonitas de la amistad verdadera es comprender y ser comprendido”

Jesús y África